Ese jueves a las 9:30 el bus estaba esperándonos en el Colegio. Poco a poco, entre todos formando cadenas, logramos montar nuestras mochilas y cajas. Y puntuales, a las 10:00, ya habíamos dejado la ciudad , nuestros padres, nuestros miedos y todo aquello que a veces parece ser tan importante como la tele, el celular y la comida de mamá. Cuando llegamos a Duhatao inmediatamente comenzó lo difícil. Debíamos caminar unos 3 kilómetros de subidas y bajadas cargando nuestras mochilas , que plop!!!, recién ahí descubrí que debería haber sido más liviana. Pero no importa, sin mayor problema logré llegar al refugio, y con todos los chocolates que a ratos por el peso me arrepentí de cargar. El refugio no era muy grande, pero era cómodo. El Staff nos indicó nuestras responsabilidades diarias y tuve la suerte de que a mi patrulla le tocó el cargo de “Honor”, que según nos explicaron significa que no lavamos la loza ni limpiamos el baño , que de todas formas nos tocaría otro día. ...